Etiquetas

miércoles, 8 de febrero de 2012

Cuando te pido que me escuches


Cuando te pido que me escuches
    Y me empiezas a dar consejos
  no has hecho lo que te pedí.
Cuando te pido que me escuches
    Y empiezas a decirme por qué no debo de sentirme así,
    Estás pisando mis sentimientos.
Cuando te pido que me escuches
    Y sientes que tienes que hacer algo para resolver mi problema,
    Me has fallado, aunque te parezca extraño.
¡Escucha! Todo lo que pedí fue que me escucharas.
    No que hablaras ni hicieras - sino que me oyeras.
Los consejos son baratos: Por unas monedas puedes
    escoger entre varios en un periódico o una revista.
Y yo puedo hacer por mí solo; tengo recursos.
Cuando haces algo por mí que yo necesito hacer
    por mí mismo, contribuyes al miedo y debilidad que siento.
Sin embargo, cuando aceptas como un simple hecho que siento lo que siento,
    por irracional que parezca, entonces puedo dejar de tratar de convencerte
    y puedo dedicarme a comprender qué está pasando.
    Y cuando se aclare eso, las respuestas son obvias y no necesito consejos.
Los temores ilógicos son entendibles cuando comprendemos lo que está detrás de ellos.
Quizá por eso funciona la oración, a veces, para algunas personas.
    Porque Dios es mudo, y no da consejos y no trata de arreglarlo todo.
    Él sólo escucha y deja que encuentres tu propia solución.
Entonces, escúchame, por favor, y óyeme. Y si quieres hablar,
    espera tu turno un minuto, y te escucharé.
Anónimo

No hay comentarios:

Publicar un comentario